Por Gualterio Nunez Estrada.
Como sabemos la lucha por la independencia de Cuba comenzo cuando desde que en San Agustin, en el actual estado de Florida, desde el destierro, el padre catolico Felix Varela nos ensenara a pensar como cubanos, si bien la idea de liberal a los esclavos y establecer una patria multirracial es una influencia directa de Bolivar en Cuba, la Revolucion del 4 de julio en Estados Unidos inspiro la primera insurreccion armada que se conoce lo cual documenta las bases de los patrimonios historicos y culturales que existen entre Cuba y Estados Unidos mucho mas poderosos que cualquier diferencia politica entre ambos paises y mucho mas ahora con una cultura linguistica cubanoamericana a partir de la comunidad cubana asentada en Miami y sus descendientes como ha establecido una investigacion linguistica reciente.
HE AQUI UN ARTICULO EN LA PRENSA DE CUBA DONDE SE DOCUMENTA LA INSURRECCION ARMADA DEL PATRIOTA JOAQUIN DE AGUERO Y AGUERO, LIBERADOR DE ESCLAVOS Y PROMOTOR DE UNA PATRIA MULTIRRACIAL.
CAMAGÜEY.- Un tres de febrero, de 1843, las autoridades de la España colonial abrieron bien los ojos cuando se enteraron de que el criollo Joaquín de Agüero y Agüero había dado la libertad a sus ocho esclavos. Alertas, citaron al cubano para que diera explicaciones al gobernador de Puerto Príncipe de su proceder. Este patriota, con la osadía de quienes son fieles a una causa, alegó que lo hacía “cumpliendo con un deber de humanidad y conciencia”.
Joaquín había nacido el 15 de noviembre de 1816, en una familia adinerada, que le facilitó una educación de altura, acorde con la época. “(…) En 1840 con 24 años y el título de Bachiller en Leyes debió regresar de modo definitivo a su ciudad natal (...) Apenas dos años después su nombre comienza a resaltar en espacios muy precisos de la vida de esa región (…)”, refiere la historiadora Elda Cento Gómez en el trabajo En el bicentenario de Joaquín de Agüero y Agüero.
Enfatiza la Premio Nacional de Historia 2017, que destaca “(...) por dos proyectos que acomete. El primero fueron las gestiones encaminadas a la fundación de una escuela pública gratuita en Guáimaro en 1842 (….)”, y alega cómo el segundo consistió la mencionada libertad de sus siervos, ante un notario, “por pura liberalidad y sin ningún interés”, como él mismo significara.
Su membresía y rol como fundador de la Sociedad Libertadora de Puerto Príncipe, lo acercaron aún más a la lista de personaje non gratum, de la metrópoli. A ese período se le achaca su relación con la corriente anexionista, un vínculo que en muchas ocasiones se analiza desde el presente y, sin más, se descontextualiza a la personalidad, se explora y se satanizan las intenciones de querer libre a su nación.
Sobre ese particular, Elda explica: “(…) sus seguidores tuvieron varios motivos para engrosar sus filas, en diverso grado de compromiso según los diferentes núcleos. Estos fueron en esencia: la defensa de la esclavitud amenazada por las presiones británicas (…) que sentían segura en los estados sureños de la Unión; la obtención de ventajas comerciales y la conquista de beneficios democráticos (...)”.
Aclara la especialista cómo “(…) La libertad y la igualdad social del negro no eran aún un problema capital de la sociedad cubana, ni siquiera de aquellos que anhelantes de las libertades democráticas y de los derechos individuales hacían de su conquista la justificación del deseo de unirse a los Estados Unidos(...)”. Sin embargo, Joaquín era un tipo bien convencido de lo que hacía y de lo que quería. Por eso cuando los españoles descubrieron las ideas de la Sociedad Libertadora, y lanzaron una persecución para apresar a los conspiradores, aceptó la situación y plantó cara al asunto con hombría.
Así, junto a 12 conspiradores estableció un campamento en la Sierra de Jacinto, paraje donde esperó las órdenes para comenzar el levantamiento. “Los acontecimientos se precipitaron ante el refuerzo de la presencia militar hispana en la zona por lo que se decidió adelantar el inicio del levantamiento, originariamente acordado en el mes de agosto, para el 4 de julio de 1851, día en el que Joaquín de Agüero fue electo jefe del movimiento”, acota, Cento Gómez.
La actitud retraída y postura vacilante, del resto de los conjurados lo llevó a encabezar la insurrección, materializada en la finca San Francisco del Jucaral, como reflejó en una carta a las presidentes vocales de la Sociedad Libertadora, el 18 de julio de 1851: “(...) No lo pretendí nunca ni me hubiera creído capaz; pero como todos callabais o bajabais la voz, os estabais quedo o que os movíais pesado y tímidamente, cuando la agitación expectante del país pedía una voz poderosa (...)”.
Por otro lado, la historiadora Kezia Zabrina Henry Knight, pondera los motivos de la fecha del alzamiento a partir de un “valor simbólico del inicio de la independencia de las Trece Colonias inglesas de América del Norte(...)”. Aclara que el espíritu de democracia, progreso, e intenciones de separación de la colonia, quedaron reflejadas en ese acontecimiento.
Agrega la conocedora que, a través de un Declaración de Independencia, se vislumbraban las ideas de progreso, entre ellas las de mostrarse “(...) en abierta rebeldía contra todos los actos o leyes que emanen de nuestra antigua metrópoli (…)”. Además, con la presencia de Gregorio, su antiguo esclavo, se advertía “(...) el principio inclusivo desde la perspectiva multirracial de la nación cubana (…)” y según alude Henry Knight, fue notable el rol de las fémina, quienes vendieron “sus joyas, para contribuir de manera económica y emocional a la insurgencia”.
El ocho de julio, de 1851, Joaquín de Agüero y los complotados atacan el poblado de Las Tunas para tomarlo y aprovechar los beneficios estratégicos que le produciría esa región, situada en el balcón del oriente cubano. El fracaso de la acción, el propio día, provocó la dispersión y paulatina captura de los atacantes.
“Perseguidos por las tropas despachadas desde Santiago de Cuba, los rebeldes fueron sorprendidos en la finca San Carlos, propiedad de Manuel Francisco Agüero. En ese lugar conocido por sus colmenares, se produjo el primer combate entre cubanos y españoles en la historia de Cuba lo que convierte a los cinco patriotas muertos allí, los primeros caídos en esas circunstancias. Sus nombres: Antonio María Agüero Duque Estrada, Juan Francisco de Torres, Mariano Benavides, Francisco Perdomo Batista y Victoriano Malledo, El Cuervo, un esclavo cimarrón”, reza Elda Cento.
Mientras buscaban la oportunidad de evadir la represión española, Agüero fue apresado en el barco pesquero Punta de Ganado, junto a otros seguidores, y trasladados hasta Puerto Príncipe. Las autoridades coloniales agilizaron el juicio. Buscaban la sangre, el castigo ejemplarizante. La Sabana de Beatriz Méndez, fue el lugar escogido para aplicar la pena máxima a Joaquín y a Fernando de Zayas y Cisneros, Miguel Antonio Benavides Pardo y José Tomás Betancourt y Zayas
El 12 de agosto, se concretó el fusilamiento a los honorables patriotas. Joaquín de Agüero, a decir de nuestro Héroe Nacional, José Martí, “supo morir bien” y aunque todavía, en algunos círculos, se le quiera sepultar bajo el manto del mero anexionismo, su trayectoria es la de un cubano que abandonó su abolengo por un proyecto libertario, que inició un cuatro de julio, hace 172 años. La de un cultivador del sentimiento independentista que pensó, “(…) conseguir, a costa de toda clase de sacrificios, la libertad de nuestra Patria”.
Adelante - El mérito de morir bien y por la independencia