"Los estadounidenses —no estoy hablando de Gobiernos, sino del pueblo—, muy bien identificados por los estudios martianos sobre ese país, nos trajeron progreso, modernidad, laboriosidad y cultura del trabajo. ¿Por qué no rescatar eso en un momento en que el futuro de la nación cubana se tiene que decidir por las relaciones entre los pueblos?
Mientras el cubano sea cubano, conserve y preserve su sentido de pertenencia, no habrá política alguna que pueda destruirlo, afirmó categórica la Doctora en Ciencias Históricas Mildred de la Torre Molina, en entrevista exclusiva con Trabajadores, al referirse a la penetración cultural de Estados Unidos en Cuba durante la neocolonia.
“Las políticas de Estados Unidos hacia Cuba, por lo general, siempre han estado orientadas a absorber el país y nuestra identidad, porque de la única forma en que pueden eliminar nuestras luchas revolucionarias, políticas, independentistas, y nuestro secular antimperialismo, es destruyendo la identidad nacional”, aseveró.
En ese sentido dijo que “conscientemente los Gobiernos lo saben y por eso, a través de múltiples vías, han intentado destruir la identidad del cubano: con variadas ofertas que van desde llevarlos hacia allá, enviar gente hacia acá, y no establecer justamente una relación puramente cultural, sino de destrucción de los valores nacionales”.
Al hablar del tema, la doctora Mildred se apasiona. Ella subraya que siempre se habla de penetración ideológica y no de influencias culturales, improntas culturales o penetración cultural.
“Por lo general las referencias que se hacen a las relaciones entre Cuba y Estados Unidos están dirigidas a las gubernamentales, así como a las posiciones asumidas por los Gobiernos estadounidenses con respecto a Cuba. Y no me refiero a la etapa actual. Me estoy refiriendo a todas las etapas”.
A su modo de ver todavía no resultan suficientes los estudios en la esfera de las relaciones culturales; de ahí los retos que tienen por delante los investigadores.
No obstante, considera que hay algunos avances y evalúa como interesantes los estudios de Louis Pérez, Rafael Hernández, Tomás Hernández Robaina y Esteban Morales.
Esas aproximaciones, apuntó, nos van acercando más a un entendimiento de que el fenómeno cultural, donde está también presente lo ideológico —porque la ideología es cultura y la cultura es ideología—, es mucho más amplio.
“Eso es más interesante que solamente hablar de las relaciones entre los Gobiernos, de las relaciones de carácter político-militar o de sistemas políticos entre Cuba y Estados Unidos, porque esto estrecha la concepción de los horizontes que nos unen y nos separan, que nos vinculan y nos desvinculan.
“En materia de carácter cultural, nadie puede negar que si tenemos de hispanos, africanos, asiáticos, de todo tipo de europeos y hasta de árabes, tenemos también de Estados Unidos, porque desde que existimos como pueblo nos estamos vinculando y relacionando con esta nación. Los estilos de progreso, bienestar, confort y modernidad se deben en gran medida a esa influencia norteamericana. Las culturas estadounidenses en el campo de la música, de la literatura, del cine, nunca han dejado de estar presentes en Cuba. Pero es más, también en los hábitos alimentarios y en nuestra forma de vivir hay presencia de esa cultura”, apuntó.
“Los estadounidenses —no estoy hablando de Gobiernos, sino del pueblo—, muy bien identificados por los estudios martianos sobre ese país, nos trajeron progreso, modernidad, laboriosidad y cultura del trabajo. ¿Por qué no rescatar eso en un momento en que el futuro de la nación cubana se tiene que decidir por las relaciones entre los pueblos?
“Si en estos momentos hemos llegado a un punto tal en que después de más de 50 años por fin lograremos restablecer las relaciones, hemos entendido que eso es posible gracias a nuestro pueblo. Por lo tanto, de lo que se trata no es de dejar de estudiar la política estadounidense, sino además estudiar esa sociedad y sus múltiples culturas”.
La historia de Cuba es profundamente independentista
Inevitablemente en la conversación sale a colación la expresión del presidente estadounidense Barack Obama, en la Cumbre de las Américas celebrada en Panamá, de que no le gustaba la historia. “No les gusta la historia a los gobernantes estadounidenses porque la historia de Cuba es profundamente independentista y antimperialista. Por lo tanto, esa historia, que es por demás parte de nuestra cultura, es un estorbo para cualquier propósito que signifique absorbernos.
“Barrernos del mapa ya no es la intención, por encima de esa política está barrer nuestra identidad a través de ofertas que reflejen mejoramiento en la vida de la gente”.
La doctora insiste en que esa es la política de los Gobiernos, pero retoma que la relación cultural nos ha alimentado siempre. “Y esa es la que debemos fortalecer para poder vivir y continuar. Hay que distinguir propósitos políticos de intenciones y fines de alimentación cultural. Ahí es donde entra a funcionar nuestra sabiduría secular, nuestra sabiduría histórica”.
Agrega que no se puede olvidar nunca que “nuestra historia no solamente está plagada de combates permanentes desde el punto de vista militar, sino que siempre ha sido una historia de pensamientos, de ideas.
“No solo hemos luchado con las armas contra el enemigo foráneo, con el enemigo interno; hemos luchado con nuestros valores culturales, con nuestras ideas. El cubano nace asumiendo el mundo para mejorar el país; hagamos posible esa experiencia, asumamos lo mejor de la sociedad estadounidense, lo mejor de su cultura, para el mejoramiento humano de nuestro país, que necesita de esa alimentación porque está en sus orígenes como tal.
“¡Fíjense que con tanto bloqueo, el vínculo entre nuestros pueblos nunca se ha podido quebrar totalmente!, porque su música está en nuestra cultura, sus formas y maneras de vivir están en nuestros hábitos. Nadie puede romper con eso, es decir, está en nosotros, es parte de la identidad y creo que esta se enriquecería a través de ese conocimiento mutuo”.
Considera que la relación sin conocimiento de ambas sociedades es imposible. “Es simplemente hablar de relaciones entre Gobiernos, pero no entre los pueblos.
“Y creo que ha llegado el momento, por primera vez en la historia de Cuba, porque durante la república neocolonial o república burguesa neocolonial, no se estudiaba la sociedad estadounidense, sino las relaciones entre ambos países.
“Entonces, utilicemos este instante decisivo de nuestra historia para lograr un restablecimiento o para establecer el conocimiento entre nuestros pueblos.
“Todo lo que hemos logrado ha sido gracias a que el pueblo nuestro ha estado luchando, luchando y luchando, y no resistiendo. A mí esos términos de cultura de resistencia me resultan mortificantes. Cuando se habla de que durante la república mediatizada hubo una cultura de resistencia, no; fue de avanzada, de vanguardia. Nosotros estábamos siempre en la ofensiva antimperialista contra los Gobiernos, pero jamás contra los pueblos.
“¿Por qué no sacar a colación esa historia tan hermosa y digna? ¿Qué hizo posible que se produjera el gran fracaso de Estados Unidos en Vietnam? Porque su pueblo se convirtió en un frente contra la política gubernamental”.
Hay algunos especialistas que consideran que la primera guerra cultural del mundo moderno, planificada, organizada, fue precisamente a raíz de la intervención de las tropas estadounidenses en Cuba. ¿Qué opina usted al respecto?
“Creo que los Gobiernos estadounidenses siempre comprendieron que este no era un país que podía ser ocupado militarmente, porque las guerras de independencia no lo posibilitaban y el sentimiento independentista se mantuvo y se mantendrá siempre.
“Cuando hablamos de penetración cultural no tenemos que referirnos tan solo a las manifestaciones artísticas y literarias, sino lo hacemos en su sentido más amplio, en el modo y la forma de vivir.
“Yo opino que ellos siempre han estado muy claros de que la identidad nuestra es muy fuerte, por lo que hay que ablandarla, destruirla, minimizarla, si quieren apropiarse de Cuba. No se trata de utilizar la fuerza, sino estas vías.
“De ahí el reto nuestro de que tenemos que ser un país económicamente fuerte, para serlo también social y culturalmente, porque lo que ellos te ofertan es superior a lo que tenemos, no se puede negar. ¿Ustedes creen que el bloqueo es puramente porque nacionalizamos sus empresas? Es para destruirnos como país y entonces absorbernos, saben que mediante las acciones militares no es posible, porque hasta la gente más empobrecida de este país coge un arma y lo defiende. Esa es nuestra historia, contra eso no pueden”.