En el año 2012, estudios realizados en Cuba, arrojaron que el 0,04 por ciento de los infantes padecía algún trastorno del espectro autista y en el 2020, Unicef en la Isla daba cuenta de que sumaban aquí, en ese apartado, 968 niños, niñas y adolescentes con menos de 18 años. Actualmente, los expertos apuntan a que uno de cada 100, en el orbe, vive con esta condición. En Las Tunas, en las últimas décadas, las cifras indican un incremento de los casos, escenario que se ha presentado sin el debido respaldo.
Madley Parra García, jefa del servicio de Psiquiatría Infantil en el hospital pediátrico Mártires de Las Tunas existe una disparidad entre lo que está llegando al CDO y lo que se ve en consulta
En una época tan mediada por la tecnología, ya los expertos comienzan a hablar de un tipo de autismo muy particular, el autoinducido, causado por el exceso de exposición a los medios audiovisuales y pantallas, que limita la interacción social de los menores y el lenguaje, principalmente.
La doctora Madley apunta que en estas primeras edades el cerebro no está lo suficientemente desarrollado para asimilar tanta información y se produce un bloqueo, pero si se corrigen las rutinas se revierte la condición.
“Mientras más pronto suceda el diagnóstico, mejor. La mayoría de los casos nos están llegando a los 5 o 6 años y lo ideal es que se diagnostique antes de los 3. Actuar de manera oportuna influye en el desenvolvimiento futuro.
Madley Parra García, jefa del servicio de Psiquiatría Infantil en el hospital pediátrico Mártires de Las Tunas existe una disparidad entre lo que está llegando al CDO y lo que se ve en consulta.
“Hago un llamado a la familia, el autista desde bebé ya arroja señales: en la cuna no le interesa ser cargado, por lo general es demasiado tranquilo; a los 6 meses lo normal es que se sienten, se paren, interactúen, busquen la atención de los adultos, y ellos no lo hacen. Con la succión del pecho son desinteresados, no tienen respuesta al extraño. Estos son marcadores importantes por vigilar y no debemos pensar que son normales. No demore en asistir al médico y buscar ayuda.
“Ya sé que vivimos aprisa, que estamos muy pendientes de la situación económica, del medicamento, del alimento… y no nos fijamos en los detalles, pero hay cosas que no podemos pasar por alto.
“Si se interviene temprano el niño empieza a crear rutinas y avanza mucho. La evolución la vemos en las tres consultas planificadas anualmente. Un porciento significativo se deja abrazar, besar y conseguimos que respondan o, al menos, que busquen la mirada de sus padres. Estimulamos el desarrollo, pero también la afectividad.
Dania Escalante Acosta, especialista del Centro de Diagnóstico y Orientación (CDO), confirma a 26 que definitivamente el índice de TEA ha aumentado, pero lo más preocupante resulta que se llegue al diagnóstico en edades no tempranas, cuestión que sigue siendo la mayor debilidad.
“Es primordial actuar lo antes posible. Hay quienes dicen que para qué, si al final la condición no variará y sí, estos trastornos son de por vida, pero con una oportuna intervención se logran crear capacidades en los niños.
“Estamos viendo este fenómeno, principalmente, en círculos infantiles y vías no formales. El personal capacitado advierte signos de alarma y lo notifica. La familia llega aquí porque el CDO es el centro que tienen como referencia y sienten cercano para la orientación.
“Lo que más nos limita para el mejor tratamiento y la debida respuesta a los padres es la articulación con los especialistas, pues ellos son los que tienen que dar un diagnóstico, eminentemente clínico. Nosotros somos solo un elemento, se necesita de un equipo multidisciplinario y en la provincia este hoy está incompleto y no labora de manera concatenada.
“Lo óptimo sería que evaluáramos al menor en conjunto. Pero en la práctica eso no sucede. Con gran frecuencia los familiares buscan apoyo en territorio como La Habana y Holguín, y vienen desde allá con un dictamen, aquí recepcionamos muy pocos”.
Yilena Prieto Delgado, jefa del grupo del CDO, advierte que sería una fortaleza para el proceso de evaluación, que la familia acudiera a la institución con un seguimiento clínico y no a la inversa. “Atendemos a todo niño que tenga alguna necesidad educativa especial asociada o no a una discapacidad o que afecte su normal desarrollo integral. Brindamos orientaciones ya sea para los métodos educativos, la estimulación o el desarrollo y demás.
“Lidiamos con que, en varias ocasiones, los padres prefieren que sus hijos tengan retraso mental y no TEA, porque prima el desconocimiento y abundan mitos de que el autista es difícil, pero siempre enfatizamos que todos los casos no son iguales y cada infante es diferente.
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