(imagen falsa, no verdadera)
La arqueologia nos demuestra hoy que los constructores de piramides no eran esclavos obligados a trabajar a latigazos sin atencion medica. Eran trabajadores con sueldo, atencion medica, albergue y alimentacion gratuitos. /b>
Cuando Hollywood aborda en sus peliculas El Antiguo Egipto adopta la sicologia esclavista occidental de los siglos XVIII y XIX que justifica y glorifica en la sicologia de la masa, como razon de estado, la avaricia y la codicia de las elites.
La realidad fue todo lo contrario a lo que planteaban los medios masivos de difusion, hoy lo sabemos por la evidencia cientifica, que se crearon falsos estados de opinion sobre el Antiguo Egipto a conveniencia de las elites que manejaban los medios y el publico que, dicho se de paso, no tiene ningun control sobre estos medios.
Estamos ante otro de los grandes mitos históricos perpetuados en el imaginario colectivo. El cine ha ayudado a difundir la imagen errónea de esclavos tirando de grandes piedras y recibiendo latigazos en cuanto bajaban el ritmo. Desde el punto de vista histórico esta concepción es un error. Las pirámides de Egipto fueron construidas por trabajadores libres. Tenían su salario, estaban bien alimentados, se alojaban en poblados donde disponían de panaderías, un centro administrativo e incluso asistencia médica para las constantes dolencias y accidentes que sufrían en un trabajo que, no por libre, era menos duro. Esta fue la realidad de los constructores de las pirámides.
De Heródoto a Hollywood
No todos los mitos históricos son culpa en exclusiva del cine, claro está, pero su capacidad para llegar a las masas lleva a difundir con mucho éxito imágenes que el público tiende a tomar por ciertas aunque no exista evidencia alguna que la sustente. En el caso que nos ocupa, también tienen parte de responsabilidad autores clásicos como Heródoto de Halicarnaso. Considerado el padre de la Historia, Heródoto viajó para documentar y escribir sobre el pasado de los humanos, aunque sus métodos no siempre fueron todo lo rigurosos que se podría desear (demasiado hizo para estar dando origen a una disciplina como la Historia).
En su viaje a Egipto quedó maravillado al ver las pirámides de Guiza 2000 años después de que se construyeran. Según su propia concepción, aquellas construcciones en sillares de piedra enormes debieron necesitar un esfuerzo descomunal. Heródoto pensó que las pirámides debieron ser construidas por un faraón tirano que tuviera esclavizado a su pueblo. Esta idea ha sobrevivido desde la Antigüedad hasta las salas de cine actuales, donde Hollywood ha recreado con insistencia escenas sobrecogedoras, pero puramente ficticias. José Miguel Parra, egiptólogo experto en las pirámides, describe bien esta imagen recurrente:
“Cada vez que alguien se pone a pensar en cómo pudieron construirse las pirámides egipcias, se imagina una inmensa mole de piedra medio terminada que se yergue solitaria en el desierto con una o varias larguísimas rampas acostadas contra sus inclinadas caras; rampas ocupadas por una miríada de ordenadas filas de esclavos que arrastran con esfuerzo los gigantescos monolitos que forman el núcleo del edificio, mientras unos malencarados capataces vigilan, látigo en mano, que nadie baje el ritmo del arrastre. Sin embargo, nada hay que sea más falso: ni se utilizaron largas rampas perpendiculares, ni había látigos, ni eran esclavos”.
Constructores de pirámides
De entrada, hay que señalar que construir una pirámide suponía organizar una logística de gran calado en la que participaban hombres que llevaban a cabo diversos oficios. No solo estaban aquellos encargados de tirar de las pesadas piedras, sino que una pirámide requería de canteros, barqueros, carpinteros, pintores, ceramistas y personal de apoyo que a su vez tenían otros trabajos como los panaderos, cocineros, lavanderos y aguadores.
Es cierto que la esclavitud existió en el antiguo Egipto, pero en una proporción menor y dedicados, sobre todo, a trabajos domésticos. Para los oficios más duros, como el que tenía lugar en las minas, se empleaban trabajadores libres, pero también prisioneros de guerra y criminales que pagaban con su esfuerzo las penas impuestas. Sin embargo, las pirámides fueron construidas por hombres libres y tenemos pruebas tanto escritas como arqueológicas.
Al sur del recinto que ocupan las pirámides y sus edificios adyacentes en Guiza se localizó la Ciudad Perdida de las Pirámides. Se trata de un poblado donde vivieron los constructores y donde también murieron, pues no solo se han encontrado rastros de la vida de estos egipcios, sino también sus tumbas. “Es un conjunto planificado de dormitorios, panaderías, centro de procesado de alimentos y fundiciones de cobre distribuidos a lo largo de tres calles paralelas. Junto a ellos parece haber un centro administrativo y otro de almacén. Se calcula que en total en estos edificios pudieron haber descansado a diario un total de cinco mil personas, que son las que teóricamente se necesitan para el trabajo en la pirámide”.
Trabajadores con sueldo y servicio médico
Divididos en cuadrillas de obreros, recibían nombres que facilitaban la organización de la construcción y nos han llegado algunos como los “Borrachos de Micerino” o los “Amigos de Micerino”, apelativos que demuestran cierta camaradería y hasta orgullo, lo cual imposibilita que estemos ante esclavos en una situación social denostada. Se alimentaban a base de pan, hortalizas, cereales, pescado, carne y cerveza. Se desconoce el sueldo que podían percibir por este trabajo, pero los investigadores defienden que cobraban en cantidades de cereal, como se ha constatado en otros casos de construcciones de tumbas más tardías.
La necrópolis de estos trabajadores también brinda una rica información sobre lo que suponía levantar una pirámide del tamaño de la Keops. Los mandatarios fueron enterrados en la parte superior de una colina, gozaron incluso de mastabas decoradas, mientras que los cuerpos de capataces y trabajadores fueron depositados en estructuras más modestas en la parte inferior del cementerio. No hay duda de que se dedicaron a este oficio, “pues presentan en la columna y las extremidades los desgastes típicos de las personas que trabajaban con grandes pesos. Más interesante si cabe es saber que estos obreros contaron con un servicio de atención médica a su disposición. Los esqueletos encontrados con huesos rotos que se soldaron bien alineados, así como la presencia de cuerpos con extremidades amputadas, pero cuyos dueños sobrevivieron con buena salud a la cirugía, sólo pueden explicarse mediante la presencia de médicos entre los trabajadores”.
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