Drogas: dar la espalda, no el primer paso
No hay ficción en la anécdota ni exageraciones: uno de los muchachos trajo dinero de casa, compró cigarrillos e invitó al grupo, quienes de cachada en cachada hicieron crecer el humo y el alboroto. Lograron devorar unos cuantos antes de que la mirada inquisidora de algún adulto advirtiera lo sucedido y comenzara a desenredarse la madeja hasta donde se pudo.
• Lea Malas compañías
Lo que vino después podemos resumirlo en amonestaciones, reuniones de padres y charlas educativas, pero también en una luz roja centellante que indica que el consumo de cigarro y alcohol se percibe como un fenómeno aparentemente normal entre los niños y adolescentes, quienes debutan en estas adicciones cada vez en edades más tempranas.
La experiencia práctica de Danis Rodríguez Ceballos, especialista del Centro de Promoción de Salud y Prevención de Enfermedades, no solo confirma esta hipótesis, sino que la identifica como la antesala de otras conductas de riesgo y de consumo, las cuales llegan con los años, la experimentación y la búsqueda de otros estados de placer o enajenación.
Sus argumentos se sostienen en las llamadas que se recepcionan a través de la Línea Confidencial Antidrogas (103), en las consejerías sicológicas, en el trabajo conjunto con los órganos de control y en las intervenciones educativas llevadas a cabo en diferentes centros de la ciudad cabecera, termómetro de lo que pudiera estar ocurriendo en otros lares.
Compararnos con otros países (donde sí es un problema de salud mayúsculo), negarlo, ignorarlo o convencernos de que el consumo es ocasional y “no tan nocivo” pudiera ser más cómodo, pero lo cierto es que el uso de drogas ha aumentado y cada día aparece en formas más sutiles, sobre todo, en espacios de recreación y en centros nocturnos.
Es decir, además de los modos más tradicionales inventariados en el imaginario popular como la marihuana, la infusión de hongos y la mezcla de fármacos con alcohol, hoy se suman otros, que alarman y preocupan. De este modo, la balanza se inclina desfavorablemente hacia la presencia de cannabinoides sintéticos y de anfetaminas.
Los primeros son compuestos artificiales obtenidos a partir de la planta de marihuana o cannabis y la superan alrededor de 100 veces en cuanto a poder adictivo y dañino; mientras que los segundos son fármacos estimulantes del sistema nervioso central con una formulación química estructural similar a la adrenalina, los cuales se prescriben bajo receta médica en varios países del mundo.
Según declaraciones de Juan Carlos Poy Guerra, jefe del Órgano Especializado Antidroga del MININT, en el espacio televisivo Mesa Redonda el pasado mes de junio, ambas sustancias intentan introducirse en el país en alimentos, condimentos, electrodomésticos, en estado líquido, hojas de papel y en polvo, ya sea a través de pasajeros o de las agencias de paquetería establecidas.
Luego, su circulación se ha extendido, por ejemplo, con la moda de los cigarrillos electrónicos, que sirven para inhalar vapores, y con la importación de medicamentos exentos de aranceles aduaneros, que han creado algunas fisuras en el control.
A estas alturas basta una exploración aleatoria para percatarnos que obtenerlas es caro, por lo que la primera barrera de contención sería saber en qué gastan el dinero nuestros adolescentes y dónde se reúnen, pues son ellos el grupo etario más vulnerable.
Cuba no es un país productor, almacén o de tránsito hacia terceras naciones y mantiene la política de cero tolerancias; sin embargo, hay eslabones en esta cadena que deben comenzar a ajustarse desde la casa y a edades tempranas.
Dar la espalda a las drogas y no el primer paso, debiera ser filosofía de vida.
Facebook Twitter Pinterest Email Share
Siguiente
Escribir un comentario
No comments:
Post a Comment